Hoy, se me ha roto mi
última taza.
No creo que a nadie le
importe.
Llueve y vuelve a llover.
Se me mojan las ideas y un olor a corrosivo corre hacia abajo.
Ella no tiene amigos,
comentan, y miro a mí alrededor. Ahora tampoco importa mucho.
La cena estuvo precedida
de unos absurdos comentarios. Tus latas de sardinas continuaran abriéndose
mal y los platos seguirán oliendo a sucios.
Me puedes prestar tu
pegamento ¿
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