Café de las Artes TeatroCalle García Morato, 4 bajo39009 Santander (Cantabria)fins el 30/04/010
ANA ABASCAL VILA Y FRANCISCO JAVIER GARCÍA
presenten “Recortes, pedazos y otros detalles” al foconorte
Ana Abascal Vila y Francisco Javier García Aguirre
Recortes, pedazos y otros detalles
“El surgimiento del acontecimiento debe agujerear todo horizonte de espera”
Jacques Derrida
En Recortes, pedazos y otros detalles el arte fotográfico muestra realidades que permanecieron ocultas al ojo, detalles que, invisibles en su visibilidad, fueron rescatados de la cotidianidad por la cámara, descontextualizados por el arte para deleite del espectador, ya sea este un visitante o los propios autores.
Contra la pretensión falogocéntrica de captar una totalidad plena de sentido, frente a la ilusión del objetivismo, Ana Abascal (Santander, 1981) expone en sus imágenes el producto de una mirada siempre fragmentada, sabedora de la inconsciencia e inconsistencia de la subjetividad. Sus fotografías tratan de rescatar del tiempo a la memoria. Luchan contra el movimiento recogiendo el movimiento. Ana persigue los rastros, las huellas, el recuerdo generado, voluntaria o involuntariamente, por vidas que recorrieron las habitaciones del Convent de Cal Rosal. Esos rastros de otras vidas son la presencia de la ausencia, el señalamiento de algo que, en el aquí y ahora, siempre trastocado, siempre fuera de quicio, falta. La cámara se detiene en los detalles, luchando por retener ese acontecimiento que fue el presente de alguien, a través de los rastros que la artista recolecta produciendo ‘huellas de huellas’. Es así como se genera la ilusión de la memoria y la re-presentación, la utopía de la cercanía, el espejismo de la durabilidad. Entre acontecimiento y huella media la reapropiación de la artista, la expropiación de la huella; en realidad, la ‘exapropiación’ que escapa a esa lógica binaria, que no es una cosa ni la otra, sino ambas y ninguna a la vez.
Los recortes o fragmentos de Francisco Javier García (Chile, 1969) son enigmas producto de la dislocación de figura y fondo, reflejos y ensoñaciones que la cámara, y no el ojo, recopila en diversas urbes europeas y americanas. Perdido en la ciudad con el traje del respeto, que lo convierte en habitante invisible, el fotógrafo halla historias ocultas, momentos mágicos, cruces de luz, cuerpos y movimiento que, de no ser por la mediación del objetivo, habrían pasado desapercibidos. En sus fotografías las imágenes reverberan, flotan danzantes reflejos y personajes, emergen situaciones inesperadas e íntimas, brota la magia oculta por la prisa de la rutina. Y la niña que protagoniza un cuento, decide subirse a un autobús de Copenhague, un trabajador mexicano se pasea por la luna y la modelo de un anuncio se convierte en el fantasma que habita una casa de Amberes.
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